Detecta la fiebre de un vistazo

Lo importante ante la fiebre no es alarmarse, sino actuar rápido.

Hay que diferenciar entre fiebre y exceso de calor.

Según apunta la Asociación Española de Pediatría, se considera fiebre en niños cuando la temperatura es superior a 37,5º. Entre los 36º y los 37,5º, se trataría de febrícula. La fiebre suele ser síntoma de una infección, un mecanismo de defensa con el que el sistema inmune reacciona para luchar contra determinados virus o bacterias. No obstante, una subida de temperatura en el bebé no siempre está vinculada a la fiebre, a menudo se debe a un exceso de calor. En los primeros meses de vida, el sistema termorregulador no está aún formado y tiende a sobrecalentarse con mucha facilidad, pudiendo desencadenar un golpe calor.

 

El riesgo de sobreabrigar al bebé.

Tenemos la costumbre de abrigar demasiado a nuestros bebés por miedo a que se resfríen pero, lo cierto, es que el calor es mucho más perjudicial para ellos que el frío. De hecho, cuando un bebé está en cuidados intensivos los médicos le bajan unas décimas la temperatura corporal. Como ya hemos comentado anteriormente, el sistema termoregulador de los lactantes está todavía por desarrollar, por lo que un exceso de calor les genera un gran estrés en su ya de por sí alta frecuencia cardíaca. Por otro lado, la termorregulación, tanto interna como externa, es primordial para la continuidad del sueño, una de las claves que aseguran la calidad del descanso. Al dormirnos, la temperatura interna va bajando hasta llegar al nivel que el cuerpo considera óptimo para el paso a estado de sueño. En este punto, los bebés son especialmente susceptibles a la temperatura externa, de tal manera que un exceso de abrigo o un exceso de calor en el ambiente pueden dificultarle dormirse. Lo ideal para el sueño y la estancia del bebé en la casa, es vestir ropita ligera y que el entorno esté entre 18 y 22 º C.

BabyKeeper®, el colchón de cuna que te avisa si tu bebé tiene fiebre y previene el golpe de calor.

Es muy importante controlar la temperatura del bebé en sus primeros meses de vida, tanto para vigilar tanto la fiebre como un posible golpe calor. Dado el elevado riesgo que el exceso de calor conlleva para el lactante, es crucial evitar las pequeñas subidas de temperatura, que aún no es capaz de gestionar por sí mismo. No obstante, a menudo tardamos mucho en darnos cuenta de que la temperatura de nuestro bebé ha subido mientras duerme. En este punto, BabyKeeper® resulta de gran ayuda. Su tejido técnico Therm® avisa de que el bebé ha superado los 37.5º C, para que actuemos lo más rápido posible y ganemos tiempo. Además, el diseño del núcleo Erma® es tan transpirable, que permite evacuar el exceso de calor en caso de sobrecalentamiento.