Al término del embarazo, los bebés están completamente preparados para sobrevivir en un ambiente distinto al que han estado acostumbrados durante nueve meses. Cierto es que tras el nacimiento los diferentes órganos siguen desarrollándose. Ejemplo de estos cambios tras el nacimiento es el cráneo. Para facilitar el momento del parto los huesos son muy flexibles y no están del todo unidos. Será con el paso de los meses cuando se vayan soldando y adquiriendo su dureza. Es por ello, que la cabeza de los recién nacidos es una de las zonas más delicadas. Y en la que se pueden dar determinados problemas como el síndrome de cabeza plana. Pero, ¿Qué es la plagiocefalia y qué consecuencias tiene para el bebé?
¿Qué es la plagiocefalia y qué consecuencias tiene para el bebé?
Como ya se ha comentado, los huesos del cráneo del recién nacido son muy flexibles y pueden deformarse dependiendo de la posición de descanso y de la acción del peso de la cabeza. A este fenómeno se le conoce como plagiocefalia postural o síndrome de la cabeza plana. Tal y como señala la Asociación Española de Pediatría (AEP) consiste en un «aplanamiento de la región occipital, la parte posterior de la cabeza del niño, y, en ocasiones, también en la zona parietal, a los lados».
Como consecuencia de esta deformación, la AEP señala que también hay «algunas deformaciones secundarias. Estas podrían ser el abombamiento de la región occipital del lado contrario, adelantamiento y descenso de la oreja. Incluso el abombamiento de la frente del mismo lado de la deformidad«.
Hasta hace relativamente poco se creía que tan solo era un problema de naturaleza estética. Sin embargo, diversos estudios, uno de ellos realizado por el doctor Matthew Speltz, han demostrado que «las capacidades motoras y cognitivas de los afectados están entre diez y cinco puntos por debajo de lo esperable». Por su parte, Miller y Clarren demostraron que «el 39,7 % de los pacientes con plagiocefalia posterior requieren servicios como terapia de lenguaje o terapia física».
No obstante, la plagiocefalia no es la única deformación craneal que un recién nacido puede sufrir. Estas se diferencian por la zona del aplanamiento que presentan. Al nacer, algunos bebés pueden sufrir braquicefalia, que es el aplanamiento de toda la parte posterior de la cabeza y que suele observarse en bebés que duermen largos períodos boca arriba. O también la escafocefalia/dolicocefalia, que es cuando se tiene la cabeza estrecha y alta, por aplanamiento de la región temporo-parietal (lateral) con un aumento del diámetro antero- posterior.
Consecuencias de la plagiocefalia
Entre las consecuencias de la plagiocefalia está el hecho de que la frente del lado aplanado puede estar más abombada, el ojo del mismo lado puede estar más abierto y la oreja puede estar más adelantada. Además, en los casos más severos la asimetría de los ejes de la cabeza es superior a 20 milímetros. Aunque realmente es menos grave de lo que puede parecer a primera vista, lo cierto es que si no se trata adecuadamente puede provocar problemas graves en el futuro desarrollo del recién nacido. De hecho, según el estudio científico ‘Deficient language acquisition in children with single suture craniosynostosis and deformational posterior plagiocephaly’ publicado en Childs Nerv Syst (órgano oficial de la International Society for Pediatric Neurosurgery), uno de cada cuatro niños no tratados tiene problemas graves con el lenguaje a los tres años de edad.
Causas del síndrome de cabeza plana
Una vez que ya conocemos qué es la plagiocefalia y qué consecuencias tiene para el bebé se pueden señalar las causas. Entre las que se pueden encontrar están las posturales; los partos prematuros; tortícolis muscular congénita; posición intrauterina restrictiva; traumas en el parto… No obstante, esta deformación, como bien señalan los expertos, se ha producido siempre en un pequeño grado de incidencia.
Fue a partir de 1992 cuando se detectó un aumento en el número de casos. A principios de los años 90 la Academia Norteamericana de Pediatría inició una campaña con el fin de evitar la muerte súbita del lactante. Para ello, recomendaban la necesidad de que los recién nacidos durmiesen boca arriba. Hasta el momento el estándar aconsejado para el sueño de los recién nacidos era la posición de decúbito prono. Sin embargo, descubrieron que al cambiar de postura la mortalidad se redujo hasta en un 40%. La contrapartida fue que se detectó un incremento exponencial de las deformidades craneales en la región occipital. Con ello se calculó una incidencia de 1 caso por cada 300 nacimientos. Aunque, según algunas publicaciones, su incidencia llegaría a una prevalencia del 48% de los niños sanos menores de 1 año.
Tratamientos y prevención
Para tratar la plagiocefalia es necesario realizar un diagnóstico precoz y riguroso en los primeros meses (3-4) para evitar futuros problemas. Para corregirlo se puede recurrir a la ortopedia craneal, uso de bandas dinámicas o cascos ortopédicas, y fisioterapia del cuello si hay tortícolis acompañante, sin necesidad de pasar más adelante por quirófano. Si no se trata antes de los primeros seis meses de vida, puede persistir el resto de la edad adulta. La ortesis craneal se aplica en recién nacidos y lactantes de entre 3 y 24 meses. A veces con un par o tres meses de tratamiento se corrige la deformidad. Cabe señalar que el tratamiento dependerá de los síntomas, gravedad, edad y estado general de salud del bebé.
Cómo prevenirlo
Con el objetivo de prevenir el síndrome de cabeza plana, existen unas pequeñas almohadas diseñadas de forma específica. Son redondas y de muy baja altura y tienen un orificio en el centro, en el cual se coloca la cabeza de tal forma que no se aplica ninguna fuerza de manera directa en el punto de apoyo.
Del mismo modo, BabyKeeper® ha diseñado el colchón más seguro del mercado con el que, además de prevenir la muerte súbita del lactante y detectar la fiebre, ayuda a que el recién nacido no sufra el síndrome de cabeza plana gracias al sistema Nesting. Este sistema está completamente recomendado por los especialistas, ya que «no es un objeto libre sobre la cuna, como ocurre con las almohadas de plagiocefalia que están muy poco recomendados por el riesgo de asfixia y muerte súbita que conllevan, además, es un sistema testado y desarrollado en laboratorio con bebés reales«.
Además, los pediatras recomiendan la “higiene postural”, es decir, los cambios periódicos de posición de la cabeza de manera preventiva. Los movimientos de la cabeza a derecha e izquierda pueden realizarse manualmente y de forma periódica por los propios padres, pero, una vez el bebé empiece a moverse por sí mismo, podemos conseguir que lo haga también de forma autónoma. Para ello, un buen truco es cambiar cada día la cuna de lado. Los bebés son curiosos por naturaleza, y procuran girar la cabecita allá donde detecten sonido y movimiento.
Por lo que, si la cuna se encuentra siempre en la misma posición, el bebé tenderá a apoyar la cabecita siempre del mismo lado. Con un sencillo giro de la cuna, conseguiremos que cada día vaya alternándola entre un lado y otro, y reparta así la presión de forma más equilibrada. Por otro lado, está la regla de oro de la higiene postural “dormir boca arriba, jugar jugar boca abajo”. Es decir, hacer que, mientras el bebé esté despierto y bajo la supervisión de un adulto, el bebé pase el máximo tiempo posible sobre su barriguita. De esta forma libera totalmente la cabeza de la presión que el colchón pueda ejercer sobre ella. Del mismo modo, coger con asiduidad al bebé puede ayudar también en este sentido.