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El sueño del bebé durante el primer año

Dulces sueños tiene nuestro bebé. ¡Qué tranquilo y bonito  se ve mientras descansa! Y eso es lo que hará durante unas  9.800 horas en sus dos primeros años de vida. La naturaleza  le dedica muchas horas al sueño y esto es así porque es vital  para el desarrollo cognitivo de nuestro hijo. Conozcamos un  poco mejor el sueño de nuestro bebé durante su primer año  de vida.

Los bebés duermen casi todo el día  durante sus primeras semanas de vida. De  hecho, pasarán durmiendo entre 14 y 17 horas, incluso pueden llegar a  las 18-19 horas. Tan solo se despiertan para alimentarse cada  dos o tres horas. Los bebés se deben alimentar, los profesionales de la salud, a demanda, siendo  recomendable la lactancia materna como mínimo durante  los primeros seis meses de vida.

El sueño del bebé durante su primer  año de vida

El descanso y el sueño de los niños recién nacidos es fundamental  para el desarrollo de su cerebro, sistema nervioso central,  pulmones, el desarrollo cognitivo del desarrollo del sistema  nervioso central y para prevenir futuros trastornos del sueño. Todo esto te lo explicamos en la Guía del  Sueño Infantil de BabyKeeper®. Ya sea acunándolo, a brazos,  con caricias, con el movimiento de la cuna o el ‘cochecito’,  cantándole, hablándole… Lo importante es crear rutinas y  pautas de sueño.

Desde que nace, el sueño de nuestro bebé durante su  primer año de vida va cambiando. La evolución natural de  la estructura del sueño del bebé pasa de las dos fases que  presenta al nacer (sueño activo y sueño tranquilo) a las cinco  fases del adulto. Las fases adquiridas provocan inestabilidad  al sueño y, por tanto, despertares durante la noche. Así que es normal que, aunque trabajemos perfectamente las rutinas para dormir al bebé, este no consiga dormir toda la noche del tirón.

En un principio, los recién nacidos, incluso estando en el  vientre materno, pasan por dos fases diferenciadas de sueño:  la fase de sueño profundo o N-REM y la fase de sueño ligero  o sueño REM.

La fase REM (rapid eye movement) está  estrechamente vinculada al desarrollo del sistema cognitivo.  Las neuronas conectan de forma especial ordenando e  interpretando las emociones y las experiencias, permitiendo la  consolidación del aprendizaje (para los bebés es fundamental  para el desarrollo del lenguaje) y la memoria. Durante esta  fase es fácil despertar, tienen lugar muchas ensoñaciones,  movimientos oculares y faciales rápidos y hay una máxima  relajación muscular.

En cambio, la fase de sueño profundo es aquella fase en la que es difícil despertar y el ritmo de respiración es lento. La fase N-REM aparece durante la primera mitad del sueño, tiene  funciones de regeneración celular y recuperación física, ya  que es en ese momento cuando el organismo segrega el 80%  de la hormona de crecimiento. En los adultos es la diferencia entre levantarse cansado o con vitalidad, pero en los bebés  va a ser fundamental para optimizar su crecimiento.

Por otro lado, los bebés nacen con un estómago muy pequeñito  por lo que necesitan estar cerca de su madre para mamar  frecuentemente. El sueño y la alimentación van unidos por lo  que, si la lactancia materna es a demanda, el sueño también  debe serlo durante los primeros meses. Tienes que respetar el  tiempo que el bebé necesite dormir ya que, de lo contrario,  provocamos que el bebé esté constantemente “peleándose”  con su reloj biológico y esto puede tener consecuencias en su  desarrollo, así como en los hábitos del sueño. Durante esta etapa, los períodos de sueño vendrán establecidos por la frecuencia con la que el bebé necesite alimentarse, que suele ser entre 8 y 12 veces al día durante los primeros meses.

En cambio, a partir de los seis meses de vida esto cambiará, ya  que tendremos que seguir rutinas estableciendo horarios.  Dormimos como vivimos, por ello es esencial que ayudemos  a entender a nuestro bebé la diferencia entre la noche y el  día. Por la mañana, saldremos a la calle, daremos un paseo…  Para que le de la luz. Y por la tarde un ambiente relajado,  preparándonos para la noche.

En definitiva, durante los primeros 12 meses el bebé irá cambiando su forma de descansar. En una primera etapa, el recién nacido dormirá a demanda. Será a partir de los 6 meses cuando podamos empezar a «educarle» en el descanso, ayudándole a crear rutinas horarias estables y saludables.

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