Hasta hace relativamente poco el uso de manguitos y flotadores para niños era algo incuestionable. Actualmente son muchas las voces que alertan sobre el peligro de estos sistemas tradicionalmente utilizados por los padres en bebés y niños que todavía no saben nadar cuando acuden a la playa o la piscina.
¿Por qué no son seguros los manguitos y los flotadores?
Tanto los manguitos como los flotadores proporcionan a los padres o cuidadores lo que se denomina el efecto tranquilidad, esto es, una falsa sensación de que nada le va a ocurrir al niño si los lleva puestos. De este modo, una animada charla en el césped o un descuido pueden hacer que no vigiles a tu hijo lo que deberías. Ten siempre en cuenta que ningún sistema antiahogo sustituye tu vigilancia cuando el niño todavía no sabe flotar por si mismo.
Los manguitos. Los más usados son los de plástico, los de toda la vida. Utilizados desde siempre, entrañan más riesgos de lo que pensamos: Se pueden pinchar con facilidad y además no siempre tenemos en cuenta la talla de manguitos que es adecuada para nuestro hijo. En caso de ser demasiado grandes se pueden salir de los brazos con mayor rapidez de la que pensamos. Además, debemos tener en cuenta que el etiquetado de estos artículos no siempre especifica las medidas de seguridad ni el peso que soportan. Los flotadores pueden convertirse en una trampa mortal. No, no es exagerado. Con el balanceo del niño o del bebé sobre el flotador, éste puede volcar impidiendo que el pequeño saque la cabeza del agua. Y si no lo crees mira este vídeo que ha corrido como la pólvora por las redes sociales.
¿Qué otras opciones hay?
Churros
Les ayudan a flotar y no les sostiene por ninguna parte del cuerpo, sino que son los niños los que deben sostenerse con ellos. Permiten una gran movilidad y una variedad de ejercicios que permitirán que el niño aprenda a desenvolverse por si mismo el agua. Los extremos del churro pueden unirse mediante un conector o anudarse, formando un círculo para que el niño se sitúe dentro. Cuando son muy pequeños, este sistema permite que vayan adquiriendo equilibrio poco a poco. Por supuesto, no sustituyen la vigilancia de un adulto.
Cinturones de tablas de corcho
Les ayudan a flotar y se pueden ir retirando poco a poco a medida que el niño se mueve mejor por el agua. Este sistema les obliga a estar más pendientes de la posición y en definitiva potencia su habilidad dentro del agua.
Manguitos de poliestireno
Se componen de varios discos. No se pinchan, quedan bien fijados en los brazos y a medida que el niño crece y flota mejor se pueden ir quitando discos para graduar la dificultad. Al igual que el resto de sistemas alternativos que hemos comentado, proporcionan al niño menor equilibrio que los manguitos tradicionales y el flotador por lo que exige al niño un mayor control por si mismo.
Y tú, ¿qué sistema utilizas con tu hijo? ¡Comparte con nosotros tu experiencia!