El síndrome de piernas inquietas es una molestia leve o moderada en las piernas del bebé que le producen una necesidad de moverlas para sentir alivio. Los síntomas empeoran al final del día y suelen describirse por debajo de las rodillas. Aunque este trastorno es más común que aparezca en adultos y es frecuente en las embarazadas, también afecta al 2% de los bebés. En ocasiones se ha descrito también en los brazos, aunque esto es menos frecuente. La complejidad de este síndrome es su dificultad para diagnosticarlo a tiempo ya que el bebé no puede describir la molestia y sin embargo está muy irritable, fatigado y aumentan los despertares nocturnos. Por lo que si tu hijo se mueve mucho en la cama o está inquieto por la noche este puede ser el motivo. Generalmente, dificulta el inicio del sueño aunque, una vez el niño esté dormido, no suele volver a despertarse. En muchos casos los padres confunden estos síntomas con que el niño no quiera dormir o que las molestias se deben a los dolores característicos del crecimiento. El 70% de los bebés que lo padecen tienen un familiar en primer grado que lo sufre por lo que existe una clara predisposición familiar. De hecho, todo apunta a que cuando se diagnostica a un niño, suele diagnosticarse a uno de los padres. La causa por la que se produce esta enfermedad aún se desconoce pero está relacionada con la deficiencia de hierro. Existen sencillas pautas que pueden reducir los síntomas como realizar estiramientos suaves y establecer hábitos que ayuden al niño a dormir durante más tiempo. La intensidad del hormigueo puede reducirse por la cantidad de horas de sueño estableciendo horarios regulares. Si es el caso de tu hijo, te recomendamos que acudas a tu pediatra, ya que una vez diagnosticado, cuentan con terapias farmacológicas eficaces para tratarla. Así mismo, existen algunos casos en los que tan sólo con suplementos de hierro pueden aliviarse los síntomas. Estos tratamientos siempre deben ser indicados por los especialistas.